Plumas primaverales

Hace un par de semanas, se empezaron a decorar las calles de Göteborg con finas ramitas marronáceas y llamativas plumas de colores, dando un toque especial a decenas de rincones. Van inundando el paisaje y nadie desaprovecha la ocasión de unirse a la celebración de la llegada de la primavera: tiendas, bancos, salas de espera, casas particulares... 

Y es que, mientras en la península Ibérica se festeja la Semana Santa a golpe de tambor y procesiones, el ambiente nórdico profesa un estilo bien diferente. Aunque los días festivos también corresponden al calendario religioso, las tradiciones más populares tienen un carácter alegre y distendido. De hecho, me da la impresión de que mantienen cierta conexión con aquellos rituales ancestrales que homenajeaban la explosión de la primavera y su vivacidad de colores. Muchas flores vuelven a deleitarnos la vista y el olfato después de los meses de letargo, el sol nos visita cada vez más a menudo, la nieve va desapareciendo y los cantos de los pájaros ganan espacio en los parques y bosques.

Los habituales ramos de tronquitos y plumas pueden ser de diferentes tamaños y del color que cada cual prefiera, como se aprecia en las fotografías que tomé en el barrio de Haga. Respecto al material, algunas plumas son reales pero, por suerte, cada vez más personas optan por la opción sintética. Proporcionan el mismo efecto estético y de duración, con la ventaja de no herir a ningún ave para ello. La tendencia ha llegado a tal punto que un grupo de ciudadanos ha llevado este año al ayuntamiento una propuesta para establecer legalmente que todas las decoraciones de responsabilidad pública utilicen materiales alternativos sintéticos. Esperemos que la votación de sus frutos y de cara al futuro se aplique esta opción más ética.

Como veis, hay quien elige combinar varios colores, mientras que otra gente incorpora diversas tonalidades de una misma gama.

El segundo leitmotiv de estas fiestas son los huevos, que también se encuentran por doquier en todas sus variantes imaginables. La verdad es que da gusto visitar una tienda de manualidades o cualquier papelería en estas fechas y observar la cantidad de moldes, complementos y detalles de que disponen para crear tu propia versión. Infinidad de tamaños, texturas, tonos, materiales. ¡No hay excusa que valga! Los más pequeños suelen experimentar con ello en el cole durante los días antes de las vacaciones. Luego llega la parte más divertida, ya que es costumbre esconder varios huevos con sorpresa en el jardín de casa y que los niños pasen el día de Pascua jugando a buscarlos. Esta tradición posiblemente os suene por ser típica de otras sociedades, dado que comparte popularidad en varios países germánicos. 













Estas dos versiones en tonos morados y azules me gustaron especialmente.

Más allá de estas muestras tan cucas, hay comercios y supermercados que convierten la decoración de Pascua en una obsesión. Me refiero, por ejemplo, a ir a por la compra de la semana al supermecado y toparte con cientos de objetos superfluos -comestibles o no- con colores y formas que imitan huevos o ramilletes. Alcanza un nivel extravagante en algunos casos y, para mi desgracia, debo admitir que caí en la trampa dulce de comprar uno de los postrecitos de temporada. Aquí abajo veis lo gracioso del aspecto, detalles y mini huevos de caramelo incluidos. Mi ilusión se desvaneció al anclarle el diente: nada de relleno de chocolate como esperaba. Sólo azúcar. El azúcar más agrio que he probado en años. Imagino que alguien habrá a quien le guste, pero para mí fue novatada absoluta. El año que viene me quedo con disfrutar de la decoración urbana y mi conocida tableta de chocolate.



Comentarios

  1. Genial, cada día me gusta más leer todo lo que escribes, contigo conocer las costumbres suecas se me está haciendo de lo más ameno y curioso. Yo también habría picado, son muy cuquis. Un besazo.

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