Manto blanco hibernal

[Si tienes oportunidad, escucha esta lista de reproducción mientras lees el texto y te imaginas el entorno]


Este invierno la nieve ha tardado, pero ha llegado para quedarse. En la zona norte de Suecia nieva prácticamente durante todo el año, mientras que aquí, más tirando hacia el sur, nos visita a menudo durante los meses de otoño e invierno. A veces, incluso se queda a disfrutar el inicio de la primavera.

La nieve me alegra los días. Para sobrellevar la oscuridad hibernal hay que hacer un esfuerzo nada desdeñable y, cuando finalmente llega, la nieve se agradece con firmeza. Le gusta hacerse de esperar. Titubea un poco en diciembre. Al empezar enero se deja llevar. Una vez decide hacerse notar, cubre toda superficie que encuentra sin dudar. 

¿Qué es lo que la hace especial? Marca un antes y un después. Señala el inicio de la nueva etapa, nos recuerda la vuelta del planeta alrededor del sol. "Hay esperanza, susurra, la primavera volverá". La oscuridad deja de crecer para, paulatinamente, empezar a menguar. Un par de minutos más de luz al día. Lo cíclico de la vida. 

Cuando se deja llevar, una vez decide hacerse notar, cubre todo con su manto blanco. El cielo sigue nublado, pero la sutil luz que deja flitrar se refleja y amplifica sin cesar. Días grises y pegajosos pasan a sentirse ágiles y elegantemente iluminados. Una luz que acaricia ojos, piel y mente. Como salir de una cueva frotándose los ojos, como un gustoso bostezo desentumecedor de músculos. 

Mi momento favorito con la nieve es pisar un lugar por donde nadie ha caminado antes. Salgo a dar un paseo en soledad, a crear un diálogo silencioso con ella. Me cuelo entre los árboles del bosque, buscando esas franjas de nieve sin estrenar. ¡Ahí está! Me paro unos segundos, aprecio el momento. Observo el paisaje. Una vez dé el primer paso se convertirá en otra realidad. El crujir de la nieve bajo mi pie. Microcrisales partiéndose. Un gato ronroneando. 




Cuando paseo por la nieve siento que el tiempo se para. El agua helada amortigua y absorbe cualquier sonido más allá del ronroneo de cada paso. Respiro hondo, me detengo. Intento escuchar las ramas de los árboles, alguna hoja cayendo...nada sucede. El mundo está en pausa. Un opaco vacío en el aire. Nadie, nada. Sólo el gélido manto que todo envuelve. Disfruto cada minuto del paseo íntimo, de mi pequeño ritual. Hasta que oigo un pájaro cantar, entonces sé que el reloj vuelve a contar. Ese cuervo me avisa, es momento de continuar. 

Comentarios

  1. Conozco y he podido disfrutar de esas sensaciones. La nieve es el color de la esperanza y del futuro. Me encanta

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  2. Me gustaría recorrer ese paseo algún día...

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